Polilla de la crucíferas

Plutella xylostella

Es un microlepidóptero de 15 mm. de envergadura en su fase adulta. Tiene la cabeza de coloración rojiza. En reposo su aspecto es muy característico, con las ant enas dirigidas hacia adelante, como prolongación del cuerpo. Este, es de color amarillo-pardo y presenta una banda longitudinal blanca sobre el dorso. Las alas anteriores son estrechas, redondeadas en la extremidad, de color amarillo pálido, con el borde posterior con abundantes flecos. Las posteriores son mucho más cortas, puntiagudas y con muchos flecos. La cabeza es pardo negra y tiene manchas negras en el protórax. Su cuerpo es estrecho y afilado y de color verdoso. Son extraordinariamente ágiles y se mueven en todos los sentidos cuando se las incita. La pupa es fusiforme, de 8 mm. de longitud. Primero tienen una coloración verde clara o amarilla, que más tarde se oscurece. El desarrollo pupal dura 8 días. Invernan en estado adulto o como crisálidas y, en mayo hacen la puesta, colocando hasta 6 huevos en el envés de las hojas a lo largo de los nervios de plantas pertenecientes a la familia de las crucíferas tanto cultivadas (col, coliflor, bróculi, colza...) como espontáneas. Son de hábitos nocturnos. Una hembra puede poner más de 100 huevos. El desarrollo embrionario dura de 4 a 8 días. Las orugas neonatas hacen galerías en las hojas durante una semana, salen, mudan y después roen el parénquima foliar respetando sólo las nerviaciones y la epidermis del haz. Llegadas al final de su desarrollo crisalidan y se ven de nuevo polillas a finales de junio. La ninfosis se realiza sobre las hojas en una envuelta sedosa, lacia y transparente. En los bróculis pueden crisalidar en la inflorescencia. La primera generación de adultos se produce en febrero. La segunda de polillas aparece en junio, es una población más numerosa que la primera y en julio y agosto los daños en los cultivos son mayores , aunque en esta época se suelen hacer las primeras plantaciones. En el otoño forman las crisálidas, más gruesas que las primeras e invernan en ese estado. Producen daños importantes en las crucíferas. Las orugas devoran el limbo de las hojas de crucíferas practicándoles grandes agujeros. Primero se alimentan de las hojas más exteriores, para luego progresar hacia las hojas interiores donde formaran las crisálidas.